lunes, 13 de julio de 2020

FRAGMENTO DEL LIBRO "GRETA Y EL SECRETO DEL OLMO"

    Greta no supo si fue el calor asfixiante o las rítmicas sacudidas, pero lo cierto es que se sobresaltaron al despertar y descubrir que no se encontraban bajo el arbusto, sino más bien dentro de algo que no podían describir. Las vibraciones les hacían saltar y rodar de un lado a otro en su interior y Greta consiguió agarrarse a uno de los hilos gruesos y duros que se había soltado del resto.

   El interior de ese pequeño espacio no tenía aristas y lo que podrían ser paredes no eran duras ni lisas, sino un entramado de hilos gruesos de color anaranjado que daban forma al habitáculo. No había ninguna abertura por donde pudieran ver el exterior, pero tampoco era un lugar oscuro así que la penumbra les permitió adivinar dónde se encontraban. Greta lo había visto en la escuela y recordó que había tenido en casa durante un tiempo una caja con gusanos de seda a los que cuidó y con los que aprendió cómo se convertían en mariposa ¡Estaban dentro de un capullo de seda! Se asustó al pensar cómo sería el animal que lo había fabricado con esas dimensiones y sobre todo qué haría con ellos una vez le apretase el apetito y por lo que parecía, ya estaba hambriento y pensaba prepararse el desayuno con ellos. 

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