Cuando era pequeña tenía miedo de la oscuridad. Mejor dicho, tenía miedo de lo que podía encontrarme en los rincones oscuros de casa. Seres que adoptaban diferentes formas y colores y eran fieros o enigmáticos. En cualquier caso era motivo suficiente para correr por el pasillo hasta llegar a la puerta de mi dormitorio, aunque no me quedaba tranquila hasta que me aseguraba que detrás de ésta no hubiese nada que me hiciera correr de nuevo.
Este es el fragmento de la ilustración de un nuevo proyecto que llevo entre manos. Una técnica mixta para ponerles cara a mis monstruos de infancia.
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Preciosa, es una ilustración terroríficamente emotiva.
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